Con esta expresión, que supongo pasará a las frases épicas de la historia del deporte mundial, se despachó nuestro campeón con el juez de silla del partido.
No la saquemos del contexto, pero sí hagamos un ejercicio de trasladarla a situaciones cotidianas en las empresas. Quizá, a los detractores de usar temas deportivos como ejemplos de situaciones de “management”, este post les parecerá un oportunismo más para trabajar. Puedo estar de acuerdo con ellos, sin embargo, creo que esta situación está llena de argumentos muy útiles como ejemplo, de lo que pasa en nuestras compañías o incluso en nuestra vida cotidiana.
¿Cuántas veces nos encontramos con situaciones a las que calificamos como injustas? ¿Cuántas veces esas injusticias nos producen desazón? ¿Cuántas veces nos las guardamos y nos justifican nuestros pensamientos más oscuros de resentimiento o resignación?
Hablemos entonces de dos conceptos, la queja y el reclamo.
Ante un hecho complicado y de dudosa interpretación, como el acaecido el pasado viernes en el partido de Nadal contra Berdych, ¿quién tenía razón?, da igual, un tercero interpretó los hechos y hubo un perjudicado por la decisión de aquel que tenía el poder de decidir.
Nadal podía actuar de dos maneras, con independencia del resultado de la misma. Podía ser víctima o protagonista, podía quedarse en la queja o actuar mediante un reclamo de lo que no veía como acertado en la decisión. Olvidemos si es justo o injusto, nuestras vidas no se mueven en “caminos de rosas”.
Hasta aquí, el relato de los hechos. Ahora pasemos a visualizar fuera del entorno del partido, observemos hechos similares que nos encontramos en nuestras vidas personales, sociales y por supuesto profesionales. Veamos cuales son las dos formas de actuar y las consecuencias que tienen.
Pensemos en aquellas situaciones que nos sacan de nuestra área de confortabilidad, que nos producen una ruptura, entre lo que entendíamos que se iba a producir y lo que realmente se produjo. La consecuencia ha sido un perjuicio a nuestros intereses.
Si actuamos desde la “queja”, pueden pasar dos cosas, que “nos la comamos”, es decir, que permanezca solo en nuestra mente, y nos lleve a un estado de frustración por la ruptura de nuestro esfuerzo con el beneficio esperado, o , que la exterioricemos ante terceros ajenos a la situación. En esta segunda situación, lo más que conseguiremos serán adeptos a nuestra causa, fomentar los rumores, emitir juicos personales de forma negativa, buscar descalificaciones y desacreditar ante los demás a la persona que nos perjudicó, o lo que es igual, buscar venganza.
En cualquier caso, lo que seguramente conseguiremos es incrementar el rencor y la división entre los grupos afectados, no resolveremos nuestras inquietudes y no saldremos de nuestro estado de resentimiento. Practicaremos nuestra habilidad de echar balones fuera y de trasladar la culpabilidad de lo que pasa a terceros.
Por otro lado, podemos actuar desde el “reclamo”. Con independencia de que el resultado sea exitoso o no, la actuación será más productiva por varios motivos. En primer lugar, nos dirigiremos directamente a la persona con capacidad para rectificar en el incumplimiento de nuestra expectativa y daremos margen para reparar el mismo.
En segundo lugar, cuando antes lo realicemos, más posibilidades tendremos de que, el malentendido o la decisión que no se ajusta a nuestra actuación, pueda ser reparada si se estima oportuno.
En tercer lugar, podemos realizar una evaluación de la situación, analizar lo ocurrido y buscar los aprendizajes necesarios para que, en el futuro, no vuelva a ocurrir lo mismo.
De nosotros, como siempre, depende movernos en el terreno de la “queja improductiva” o en el campo del “reclamo productivo”.
Actuemos de manera responsable y protagonista, eso es lo que diferencia a los “ganadores” como Nadal, de lo que se quedan en la expresión “hicimos lo que pudimos”.
Suerte “CAMPEONES”………………