Cada mañana salía de casa envuelta en frío, sueño y húmedas legañas, camino del trabajo.
Cada mañana cruzaba un puente sobre la autopista y cada mañana, allí estaba aquel ¡¡NO!!.
Una vieja pintada en un lugar donde no era posible limpiar.
Ni el tiempo, ni la lluvia, ni la contaminación, ni la porquería podían borrar aquel ¡¡NO!! y Clara, cada mañana sentía el “¡¡NO!!” clavado en sus entrañas, en su alma, en su corazón.
Un “¡¡NO!!” a los deseos, un “¡¡NO!!” a los sueños , un “¡¡NO!!” a los proyectos, a la innovación, a los cambios, a las novedades, a la ambición, al desarrollo, al crecimiento…¡¡A la diversión!!….¡¡¡¡no, no, no, no, no, no,!!!
Y era un ¡¡NO!! al amor, al cariño, al afecto, a la amistad
¡¡NO!! ¡¡NO!! ¡¡NO!!
Clara llegaba a su oficina con el NO metido entre pecho y espalda,y casi, casi sin saberlo empezó a escupir el ¡¡NO!!…el ¡¡NO!! para todo.
Clara se oscurecía por dentro y por fuera, y sentía cada vez más lejos su alma del nombre que aparecía en su DNI: ¡¡Clara!!
Una mañana de domingo, Clara paseó por su barrio, cruzó el puente, esta vez no de madrugada, sino a pleno sol….Y vió su sombra proyectada en la pared donde seguía aquel ¡¡NO!! que la perseguía a diario.
Clara se asomó a la barandilla del puente, vio su sombra, vio el ¡¡NO!! y descubrió que ella y su sombra eran más grandes, más fuertes, más poderosas que aquel birrioso ¡¡NO!!
Y en ese momento, lo despreció. Dejó de temerlo.
Ya ni lo ve
Ya ni lo siente
Ha vuelto a ser Clara
¡¡Es Clara!!