Ya había surcado otros mares anteriormente, algunos gélidos como el Báltico en enero, otros cálidos y cristalinos como el Caribe; el más grande de los océanos, el Pacífico y hasta incluso ese traicionero Atlántico. Sin embargo, ahí me encontraba, perdida en mitad del peor mar de todos: el Mar de las Dudas. Ese donde los horizontes se diluyen con las ilusiones y las oportunidades; en un punto de no retorno donde se está demasiado cerca del origen como para divisar algún atisbo de destino y a la vez demasiado lejos como para regresar. Ese donde el rumbo se vuelve completamente incierto y son las corrientes las que barren a su antojo en una dirección y en otra, pequeños barquitos como el mío.
Preguntas como dónde me hallaba y dónde quería hallarme eran tan solo palabras, sílabas y fonemas que sin ningún sentido sintáctico resonaban como un atronador eco. Una espesa niebla rodeaba mi barquita y me cegaba por completo hasta el punto de hacerme olvidar que ya había surcado otros mares y que incluso ahora contaba con nuevas y valiosas herramientas que con esfuerzo y esmero durante mucho tiempo había forjado. Ya me habían hablado anteriormente de ese mar, Mar de Dudas. Sabía de otras pequeñas embarcaciones tripuladas por inexpertos grumetes que como yo, armados de ilusión y entusiasmo habían embarcado para surcar las aguas del Nuevo Mundo de las oportunidades, lo que otros llamaban “Carrera Profesional” y sin saber cómo habían terminado arrastrados y atrapados en sus calmas y oscuras aguas, rodeados por esa interminable y asfixiante bruma.
Flotando a la deriva y hastiada me encontraba cuando a lo lejos, entre el denso manto blanco, una figura se dibujó. Pude observar cómo se acercaba a toda prisa y en tan solo unos segundos y a muy pocos metros de mí, por fin la vi con claridad. Una magnífica embarcación se abría paso entre las sombras y aparecía ante mis ojos. Navegaba ligera, límpida, imponente y majestuosa cuando una escalerilla apareció desde través invitándome a subir a “La Velázquez”, como se leía en su proa. Peldaño tras peldaño, una familiar voz me animaba a abandonar mi desvencijado y pequeño bote y a subir a bordo de tan espectacular navío. No fue hasta que no estuve arriba cuando reconocí su rostro, mi querida Eva me había encontrado y me sacaba de aquella infinita niebla.
Eva se había embarcado hacía tan solo unos meses y ahora formaba parte de la carismática tripulación de “La Velázquez”, capitaneada por cuatro experimentados y auténticos lobos de mar. A medida que avanzábamos el espeso velo blanco se disipaba y una vez más el azul del océano se extendía ante mí. No estaba muy segura que aguas eran ahora las que atravesábamos, ni si quiera a que costas se dirigía, tan solo sabía que una de esas anheladas oportunidades del Nuevo Mundo me elegía, surcaba los mares, se llamaba “La Velázquez”, la brisa era suave, el sol me bañaba y estaba feliz.
Ese peligroso Mar de Dudas, que te agobia, que te hastía, que te abate, te abruma y te entristece. Ese Mar dónde no sabes qué hacer ni qué dirección tomar, ese Mar en dónde yo también me perdí, y del que como tú, he conseguido surcar…
enhorabuena Ana solo cuando decides tomas acción y dejas de ser victima para ser protagonista de tus actos
Que bueno. “El mar de dudas” ¿Cuantas personas son ciegas a esas dudas? Cuando leo esta declaración recuerdo la definición de Zombi: “dícese del ser humano que pierde su cualidad como tal a consecuencia de vivir en automático, sin estar atento a lo que le rodea” ¿Cuántas veces conducimos y no sabemos como hemos llegado al destino? ¿Cuantas veces no sabemos donde tenemos la cartera, las llaves, el móvil o nuestro objetivo? Como bien dices, Ana, si no se donde estoy no sabré donde ir, si no se quien soy no sabré liderar. Enhorabuena por el post, además de ser precioso tiene muchísima “miga”
te leí a trocitos durante el viaje …y me emocionó ver tan activa y buena escritora a nuestra “pequeña Náufraga”…”Mar de dudas”…es el mar más excitante, proceloso, difícil, aventurero, divertido, apasionante de todos los mares.
El mar de dudas está lleno de sorpresas, aprendizajes, lucha, tesón…¡¡viva la duda!!.
Felicidades, pequeña, gran compañera
Sólo decir, enhorabuena! me has puesto los pelos como escarpias! me ha encantado de verdad!
Me ha encantado, Ana. Estupenda redacción y magnificos aprendizajes de tus sabias palabras. Lo mejor del Mar de Dudas es que las preguntas que te haces te hacen reflexionar y la reflexión es un buen camino para alcanzar tu visión, tu objetivo.