Sabemos de la importancia de disponer de buenos líderes. Los estilos liderazgo están directamente relacionados con los niveles de motivación y compromiso de los equipos de trabajo; y estos, a su vez, con los resultados de negocio.
Un buen líder es aquel que sabe combinar diferentes vertientes de su poder en aras de promover compromiso y por extensión, alto niveles de rendimiento y resultados: formal, moral y técnico. Aquellas personas que saben concitar estas diferentes vertientes del poder dispondrán de los elementos básicos para poder gestionar personas y tareas en pos de su implicación y obtención de resultados.
Analicemos estas vertientes:
- Poder Formal. Es aquel que emana de la delegación explicita de la organización. Sencillamente, por disponer de poder formal una persona ya puede considerarse “jefe”. Es un poder legítimo pero difícil de desarrollar. La clave está en disponer de la capacidad de toma de decisión real sin que, por en medio, existan otras instancias superiores a las que acudir y con las que “circuitear” las decisiones previamente adoptadas.
No disponer de un poder formal efectivo es francamente estresante para el mando o directivo. Sin embargo, disponer de un poder formal omnímodo requiere grandes dosis de responsabilidad y humildad por parte de quien lo ejerce.
Aquellas personas que disponen de un gran poder formal pueden y deben desarrollar, por un lado, un estilo directivo participativo, buscando el compromiso del equipo a través de una participación real en las decisiones habituales del entorno de trabajo; así como por otro, un estilo directivo relacional, promoviendo la armonía y buenas relaciones entre todos los participantes del equipo.
- Poder Técnico. Es aquel que deriva de las competencias técnicas que se dispongan en relación con el trabajo desempeñado, fruto de la formación y experiencia. Sin embargo, a medida que el nivel organizativo del directivo es superior la necesidad de desarrollo activo de este tipo de competencias es menor, requiriéndose otro tipo de competencias mas basada en el desarrollo de habilidades, -como, por ejemplo, la comunicación-.
Lo que realmente aprecian los colaboradores de sus mandos no es la capacidad de estos para realizar su trabajo sino su predisposición y capacidad para entender los problemas, aplicar el sentido común, así como entrenar y orientar cuando sea preciso.
Los mandos que disponen de un gran poder técnico, pueden y deben desarrollar un estilo directivo coach con el propósito de sus colaboradores mejoren su desempeño en el corto plazo y crezcan e incrementen su talento profesional en el medio plazo.
- Poder Moral. Es la que se deriva de la coherencia del directivo en sus comportamientos como ser humano en relación con sus colaboradores, colegas y resto de la sociedad. Este el tipo de poder qué,- junto con el técnico-, aporta auténtica “auctoritas” frente a la organización.
Este tipo de poder es el que se deriva de motivos como la afiliación y de valores como las personas y la sociedad. El desarrollo de este tipo de poder supone, por ejemplo, preocuparse por las necesidades a nivel individual y colectivo del equipo de colaboradores. Sobre todo, destaca que, a través, de sus comportamientos es “coherente”: hace lo que dice y dice lo que hace.
Aquellas personas que disponen de este tipo de poder pueden desarrollar de forma eficaz aquellos estilos directivos orientados a la participación y la afiliación.
Saber y poder conjugar estas tres vertientes del poder directivo permite disponer de la capacidad para poder ser un líder eficaz.
La buena noticia es que todas estas vertientes de poder se pueden desarrollar en el individuo. Muchas de las competencias ligadas al poder técnico pueden trabajarse a corto o medio plazo: Sin embargo, bastantes aspectos de las competencias ligadas a los poderes moral y formal requieren un mayor nivel de introversión y de desarrollo a medio o largo plazo.
Antonio Peñalver
Efectivamente, Antonio, que importante es el “poder moral” y cuanta falta nos hace en estos momentos tan especiales. ¿ Qué tal nos irían las cosas si pudieramos contaramos con más líderes que, verdaderamente, “lideraran con el ejemplo”…?
No había pensado en el liderazgo como un banco de tres patas. Trabajar en ajustarlas, para lograr el equilibro.
¡¡Gracias, Antonio!!
Asumiendo que el “poder” es necesario para soportar el estrés que genera ser líder, es en como enfocamos este ejercicio del poder lo que nos convertirá en mejores o peores lideres. Me parece muy interesante el potenciar las 3 vertientes y conseguir un equilibrio entre ellas.
Intensa reflexión la tuya, Antonio. Me quedo con el poder moral. Al fin y al cabo la moral reside en la esencia de la persona y no en su rol. Como tu pienso que sin ese poder moral el lider no es lider, sino “acarreador”. Tal y como yo lo veo, el desarrollo o mejor la evolución del poder moral es otorgada por los que nos rodean, no hay manera de ser investido con tal poder, y lo que hace que ganemos ese poder moral es precisamente estar al servicio del equipo, sin perder el foco, los objetivos y todos aquellos elementos tan necesarios para tener éxito. Alguien consigue poder moral cuando el éxito se alcanza para el equipo, no para si mismo. Gracias Antonio, me ha gustado el post, me hace reflexionar