Es una pena pero, en no pocas ocasiones, los proyectos de recursos humanos que se desarrollan en las empresas se inician porque están de moda, porque es lo que se lleva.
El escenario puede ser este: Comida de consejeros delegados en la que uno de ellos le dice al tiene a su lado: “ Pues hemos puesto en marcha un programa de conciliación de la vida personal y profesional que está mejorando el clima laboral una barbaridad”. Charlan un buen rato sobre el tema y el dicente no deja de ensalzar las bondades del proyecto.
El que estaba escuchando, de vuelta a su empresa, va dándoles vueltas a lo que le han comentado y se siente ciertamente molesto porque piensa que, de alguna manera, ha quedado en entredicho por no haber podido “presumir” de tener un programa de conciliación.
Nada más llegar a su despacho, le llama al director de recursos humanos y le pregunta: ¿Cómo no tenemos un programa de conciliación con los beneficios que eso aporta a la organización?. El director de RR.HH. coincide con él en que, efectivamente, eso sería muy beneficioso para mejorar el ambiente de trabajo. Intenta explicarle que, como ya le ha expuesto en varias ocasiones, deberían abordar un proyecto bastante más amplio para realizar un cambio de cultura en la organización y para eso deben empezar por transformar a los directivos en lideres que den poder y autonomía responsable a las personas de la empresa. Una vez que consigan esto pueden completar la nueva manera de hacer las cosas con varios programas, entre ellos, el de conciliación.
Claro, el problema está en que abordar un proyecto global de esta naturaleza requiere realizar importantes inversiones y, seguramente, tomar decisiones de reorganización que no siempre son fáciles.
El director de RR.HH. también le explica que es muy difícil que funcione correctamente un proyecto de conciliación si la cultura de la compañía no está en línea con lo que ello supone. Hay cosas que no se pueden hacer de forma aislada. Tienen que formar parte de ese modo diferente de hacer las cosas que pone el foco en las personas.
El consejero delegado, venía ilusionado con implantar un programa de conciliación, que es lo que está de moda, y se encuentra con que el director de RR.HH. le pone encima de la mesa un proyecto de mucho más calado y, además, bien argumentado en cuanto a la necesidad de implantarlo.
Después de reflexionar sobre todo lo que le ha expuesto el director de RR.HH., le dice: “Tienes razón. Llevamos tiempo hablando de esto y creo que es necesario ese cambio cultural, pero eso lo tenemos que ver con más tranquilidad. De momento pon en marcha el programa de conciliación y lo demás ya iremos abordándolo”.
¿Cuál va a ser la efectividad de ese programa de conciliación si los directores de los departamentos no van a ver con buenos ojos que las personas hagan, por ejemplo, un horario flexible?
Lamentablemente, muchas veces, se intenta beneficiar a las personas que trabajan en una organización, pero no porque estemos plenamente convencidos de que son lo primero y lo más importante que tenemos, sino porque está de moda.
Hay que creer en las personas y cuidarlas. Son ellas, y sólo ellas las que hacen la empresa y las que consiguen los resultados.
No puedo estar más de acuerdo Jose Ignacio. Siempre han sido importantes las personas en las organizaciones, pero ahora , con la que está cayendo… ¡pobre de la empresa que no cuide a su gente comprometida y con talento! hipotecará su desarrollo futuro. A lo mejor en el corto consiguen arreglar los resultados económicos por la vía del recorte…pero ¿y después?
Enhorabuena por este Post. Deberían leerlo muchos consejeros delegados.