Está muy de moda hablar de la conciliación de la vida profesional con la vida privada, pero en realidad no es nada nuevo, más bien se trata de un viejo debate. Me estoy refiriendo, fundamentalmente al colectivo de directivos.
Hay un principio, generalmente aceptado por los directivos y es que “el éxito siempre tiene un precio” y, además, también suele ser aceptado que ese precio sea el deterioro de su vida privada.
¿Qué es antes, el huevo o la gallina?. ¿Puedo tener una vida privada plena si mi trabajo no me proporciona los ingresos para hacer lo que yo quiero en mi vida privada?. ¿Es posible alcanzar la felicidad sin conseguir el éxito en la vida profesional?
Es cierto que estamos rodeados de estereotipos en relación con el concepto de éxito en la vida profesional. También nos influye de manera decisiva la cultura del consumismo que impera en nuestra civilización y, que, en no pocas ocasiones, nos lleva al concepto de que no se puede ser feliz si no tenemos acceso a una serie de ventajas materiales.
Lo dicho en el párrafo anterior da para mucho y es un tema muy interesante para debatir, pero no es lo que quiero abordar en este artículo.
¿Se puede alcanzar el éxito profesional sin menoscabo de la esfera personal y privada?.
La respuesta es sí. Existen numerosos casos de ejecutivos que han alcanzado posiciones de éxito en su recorrido profesional y que han sido capaces de mantener y desarrollar una vida privada gratificante.
Un estudio realizado por Fernando Bartolomé y Paul A. Lee Evans, ambos profesores del INSEAD, demostró que, efectivamente, existen directivos de éxito que no han deteriorado su ámbito privado.
La cuestión estriba en si el ejecutivo ha aprendido a manejar su carrera profesional y su trabajo. Si es así, será el que tome las decisiones y se dirigirá hacia las metas que él quiere alcanzar.
Por el contrario, el que no es dueño de su vida y está al albur de lo que otros quieran, se encontrará con situaciones no queridas que le van a producir sentimientos emocionales negativos. El directivo que es infeliz en su trabajo también lo será en su casa, porque esas emociones negativas le llevan a estados de ánimo que impregnan cualquier faceta de su vida. No se puede ser una persona en el trabajo y otra distinta en casa.
No es un problema del mucho o poco tiempo que pase en casa, es un problema de los sentimientos y emociones que transmite a los que le rodean. Si los sentimientos son negativos dañaran la esfera de su vida privada y cuanto más tiempo dure peor.
Cuando existe un problema de inadaptación del directivo al puesto o a la organización, sólo puede compensarse con un supergasto de energía. Este gasto puede llevarle al éxito, pero el desgaste es tan enorme que también puede arruinar tu vida privada. Por eso es tremendamente importante no aceptar posiciones en las que sabemos que no vamos a disfrutar profesionalmente. No hay por qué pagar ningún precio por el éxito profesional y si hay que pagarlo, no merece la pena.
En mi anterior empresa un alto directivo me espetó que yo era un idealista, un utópico por plantear cosas de este tipo. En gran medida, por esta forma de pensar y sus consecuencias ya no estoy “allí”.
Juan José, lamentablemente todavía nos queda mucho camino por reccorree en las organizaciones. Cuando hablas de estos temas parece que estás fuera de la realidad y nada hay mas incierto. Precisamente lo que hay que hacer es poner el foco en las personas que son las que consiguen los resultados.