Un día más la prensa económica se hace eco de la preocupante situación futura de las pensiones. Las noticias cada vez son más alarmantes. Hoy comenta que el gasto en pensiones crece el doble de lo previsto. La partida destinada a abonar los pagos a los pensionistas avanza a un ritmo acumulado del 3,8% hasta noviembre. Trabajo preveía que esa cifra fuera del 1,9%, exactamente la mitad.
Es increíble que a estas alturas sigamos rasgándonos las vestiduras, cuando lo que tenían que haber hecho los distintos gobiernos de turno era haber acometido una reforma en profundidad. Todos eran perfectamente conocedores de la precaria situación de nuestro sistema de pensiones y, sin embargo, ninguno ha sido capaz de lanzarse a realizar las importantes modificaciones que la situación requiere. La explicación es muy sencilla; la medida es muy impopular y todos sabemos que los políticos, casi todo lo que hacen, está dirigido a la captación de votos y, claro, las reformas impopulares no parece que tengan muchos adeptos.
Lamentablemente todo esto se sabía hace más de 30 años. Concretamente en el año 1.980 asistí a una conferencia donde todos los ponentes pusieron de manifiesto que ya entonces las cuentas no salían muy bien y que, imperativamente, había que abordar ya una reforma profunda si no queríamos vernos avocados a la quiebra de nuestro sistema de pensiones.
Si bien es cierto que ha habido alguna reforma, también es cierto que se han andado por las ramas y no han tenido valor para tocar el corazón mismo del sistema. Ni entonces, ni ahora vamos a solucionar este gravísimo problema aumentando la edad de jubilación y rebajando el importe de las pensiones.
Nuestro sistema está basado en que los activos soporten el gasto de las pensiones de los pasivos. Sabemos desde hace décadas que el índice de natalidad en España es de los más bajos del mundo. También sabemos, desde hace mucho, que la esperanza de vida se estaba incrementando. Dos factores que, a todas luces, hacen totalmente inviable nuestro actual sistema de pensiones.
No estamos hablando de reformar lo existente, hay que tirarlo abajo y sustituirlo por otro sistema totalmente distinto que garantice que los jóvenes de hoy no se van a encontrar con la casa vacía cuando lleguen a la jubilación.
Evidentemente tiene que diseñarse un periodo transitorio en donde se encuentren soluciones para los que llevan muchos años cotizando y les quedan pocos años para la jubilación. No sería de recibo que después de haber estado aportando años y años les despachasen con una limosna.
El problema es muy complicado y muy difícil de solucionar pero quienes nos han traído hasta aquí, los políticos, son los que tienen que resolverlo. ¡Ya y sin paños calientes!
Dos pistas:
- Gestión privada.