Lo profundo no está reñido con la sencillo, ¿o sí?, ¿de qué depende?, o mejor, ¿de quién depende?
En muchas empresas, cuando se encarga a la Dirección de RRHH que cree y diseñe un sistema de evaluación y desarrollo de “Equipos de Alto Rendimiento” , se empieza a desarrollar el sistema múltiple que analice las variables de las “constelaciones internas” y busque como se perpetúe la “saga” de superhombres que lleven a la “Enterprise” por el universo de los éxitos y la consecución de los objetivos , a través de la conjunción de las personas con los departamentos, las funciones y el mobiliario del edificio.
Muchas veces, en las empresas, nos empeñamos en crear estructuras y procesos complejos que, de alguna manera, puedan justificar la importancia del mismo o la magnificencia de lo que conlleva para la organización.
Nos gusta creer que todo lo que es altamente complejo es más eficaz. Así, desarrollar procesos y procedimientos profundos, es sinónimo de crear diagramas de flujos, con infinitud de variables, que recojan cualquier posible imprevisto que se pueda contemplar por banal que sea.
Todo ello lo adornamos con sistemas propios de “alta ingeniería de management” y ya tenemos nuestro manual operativo para aplicar a “equipos de profesionales de alto rendimiento”.
Quizá si pusiéramos algo de responsabilidad y compromiso añadiríamos algo de cordura y simplicidad en los procesos de “desarrollo profesional”, no trabajamos con el ser, ni tan siquiera con la modificación del hacer del individuo. Nos empeñamos en querer conducir sus destinos, cuando lo mejor sería, que ellos sean autónomos y construyan sus destinos , desde la manifestación abierta de sus expectativas.
Para ello es importante trabajar en un aspecto, sencillo y complejo a la vez, que es el conocer a nuestros equipos, saber donde están sus objetivos, que quieren hacer, como manejan la responsabilidad como capacidad de decisión.
Los departamentos de RR HH, en muchas ocasiones, con el afán de cumplir sus objetivos, se empeñan en convertirse en los “héroes de los destinos de los empleados” y a veces se convierten en “los desafortunados conductores de nuestro destino”.
Tenemos a la gente en cuenta o contamos con la gente, si trabajamos con la primera premisa, en mi opinión, construimos espacios de desarrollo que excluyen la capacidad de valorar, conjuntamente, las tres esferas del individuo: la personal, la profesional y la social.
Si trabajamos desde la segunda premisa, trasladamos la responsabilidad de ser dueños de su propio destino, a las personas con las que queremos trabajar.
La construcción de los procesos de desarrollo profesional debe residir, aunque suene a “liberalismo”, en los protagonistas del mismo, es decir, en el individuo.
Él es el que tiene que estar comprometido con lo que quiere ser y hacer, la Dirección de RRHH debe actuar como catalizador en los procesos de desarrollo, con ello no quiero decir que se convierta en un mero facilitador de los deseos individuales, se tiene que establecer el marco y las reglas de juego, lo demás debe residir en la libertad del individuo, entendiendo esta no en hacer lo que uno quiere sino en la capacidad de elegir y comprometerse con sus propias decisiones.
Convertir a las personas en protagonistas de sus logros, ambiciones y resultados, es uno de los grandes objetivos que tiene los que manejan equipos en las organizaciones. Diseñar espacios en los que las personas se conviertan en parte del reto hará que, las mismas, también sean parte de la solución y el logro.
Trabajemos en el desarrollo de equipos desde la búsqueda de la eficacia y la eficiencia, y por ende de la efectividad como resultado, apostemos por la productividad y la creatividad como innovación para conseguir resultados extraordinarios.
Cuando yo era pequeño me enseñaron un refrán cuyo texto que me costó un poco entender y asimilar. Dice textualmente: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. Más adelante, un tal Pareto lo elevó a tesis doctoral con aquello del 80 / 20. Hoy en día, cuando lo comento con la gente joven, el refrán sigue siendo incomprensible en una primera audición. Hay que dar alguna explicación complementaria.
Efectivamente José Manuel, a veces nos complicamos la vida pidiendo un columpio de tres baldas (o asientos superpuestos) para que sea “más columpio”, cuando en realidad lo que se necesita es un neumático viejo, colgado de una cuerda de la rama del árbol, para que el niño se balancee.
José Vera.
Soy consciente de que un simple juego de palabras no será suficiente para modificar un paradigma. Pero, ayuda. Cuando escucho “recursos humanos” me mente se conecta con lo que tu comentas, protocolos, procesos, complejidad. ¿Por qué no comenzamos a expandir conceptos como la “gestión de personas” o creamos un “Departamento para el fomento de cualidades personales y profesionales”?, por ejemplo.
Manuel Atienza.