Hoy estuve en una presentación de un estudio con un sugerente título “el líder inspirador” He obtenido algunas conclusiones interesantes, al menos para mí, y que me gustaría compartir con vosotros.
Como en la mayoría de estos estudios se han descrito las competencias básicas del líder inspirador e incluso se han descrito varias formas de actuar que catalogan a un líder más cerca o lejos de ser inspirador. Inspirador en el sentido de conseguir mejores resultados, de gestionar mejor a las personas. De estas competencias me quedo con dos que a la postre es una, y de ahí la importancia que le doy.
Un competencia se refiere a la posibilidad de desarrollar lazos emocionales que generen una estrecha relación social, que no personal en el sentido de lo privativo de cada individuo, y otra a conseguir poner en marcha una comunicación fluida y potenciada. Para mí, son la misma “cosa”.
La comunicación existe en tres ámbitos inseparables e indivisibles, lo verbal, lo corporal y lo emocional. Si hay algo que tiene un líder que genera compromiso, que inspira, que persuade e influye, es la capacidad de sumergirse en la relaciones sociales con fluidez, detectando las emociones de los demás, las suyas propias e incluso rediseñando su estado de ánimo para contagiar, o no, al equipo.
Bien, ¿pero cómo hacemos esto?
Es muy interesante que hablemos de esa faceta emocional, inalienable, aunque para desarrollarla necesitemos precisamente nuevas herramientas. Al ser capaces de detectar una nueva necesidad que nos abre puertas a una gestión de las personas más productiva, también necesitamos plantearnos nuevas herramientas. Tener en cuenta las emociones es una innovación. No podemos seguir trabajando con nuestros líderes, solamente, con los programas “técnicos” al uso de gestión de personas.
La manera de potenciar el desarrollo de las emociones es la de experimentarlas. Un adulto sólo aprende viviendo, sintiendo, pero no mediante situaciones irreales, sino con ejemplos y vivencias del día a día. Enfrentar las situaciones que cada uno de nosotros vive diariamente con su equipo, pero en un entorno protegido, facilita enormemente este proceso.
Una vez que se haya trabajado sobre las emociones toca el turno a las habilidades sociales. Un manager “inspirador” es hábil en las relaciones sociales.
Por último, un líder inspirador es alguien que genera optimismo a su alrededor, optimismo realista, no manipulador. El humor, la alegría, la generación de felicidad son las bases del compromiso. El líder tiene como objetivo crear el ambiente, el clima adecuado para que cada persona de su entorno sea capaces de motivarse fácilmente, recordemos que los estados de ánimo se contagian. Ese movimiento a la acción de cada persona es lo que genera compromiso. Por tanto podemos decir que en las raíces del compromiso, puerta de entrada a la productividad, está la gestión de de las emociones.
Nos queda mucho camino que recorrer, sobretodo en lo datos que nos han dado sobre los líderes españoles. Menos mal, os figuráis que fuésemos en términos de liderazgo eficaz un país sobresaliente. Sería terrible, nuestro punto actual no podría ser mejorado, o muy levemente. Tenemos una vía de aprendizaje enorme por delante, aprovechemos para ganar puestos de competitividad, de productividad y consigamos crear empleo. Suerte para todos.