Si algo nos está mostrando la terrible pandemia que estamos sufriendo es el adormecimiento en el que vivimos. Lo cómodos que estamos con nuestra sociedad de la opulencia y, las manos que tendemos a papá Estado. Esta reflexión que a continuación ofrezco, más que una crítica es un canto a despertar, a poner en funcionamiento la conexión neuronal de cada uno de los que nos llamamos seres humanos. Desde la más profunda humildad espero que prenda la llama.
Colegios, universidades y centros de formación cerrados, empresas al 10% de su funcionamiento, ERTES y ERES por venir como efecto colateral, cines, teatros, museos, galerías y otros muchos negocios que cerrarán pronto, por orden gubernamental o por falta de liquidez y… no sigo, pero que tienen y tendrán un efecto sobre un porcentaje importante de los recursos humanos del país. Y mientras tanto, falta material sanitario, faltan respiradores, auxiliares de enfermería, enfermeros y médicos (léase por ambos sexos, por favor), asistencia en los centros ocupacionales para personas discapacitadas, en las casas de los ancianos, en los centros de mayores, residenciales y de día, faltan apoyo en las casas de las familias para ocupar y normalizar la vida de los más pequeños. Falta apoyo en todos aquellos lugares en los que tenemos personas dependientes.
Ante esto, más que criticar si se ha actuado pronto o tarde, si se debiese actuar con mayor o menor contundencia, más unidos o traspasando la responsabilidad a otros, ¿por qué no aplicamos lo que tanto sabemos en las empresas? Liderazgo puro y duro.
Llevamos años hablando de LEAN, de VUCA de AGILE, de transformación digital, de traspasar el impacto de las empresas a la sociedad y no únicamente a la consecución de beneficios. No se lo voy a pedir al mundo público (administración) que lamentablemente no sabría (en la mayoría de los casos) cómo actuar, pero ¿y nosotros?, las empresas privadas, la joya de la modernidad del país. Apliquemos el liderazgo ahí. Eso nos pido.
Si tenemos ingentes cantidades de trabajadores cualificados en sus casas, ¿por qué no pueden apoyar a la sanidad? Si tenemos fábricas con líneas de producción paradas, ¿Por qué no podemos hacer un esfuerzo y reconvertir algunas, para producir aireadores y respiradores? Si nos faltan piezas básicas, por qué no nos ponemos en marcha y las producimos. ¿A caso no somos AGILE?, ¿no somos VUCA?
Si tenemos talento y personas mano sobre mano, ¿cómo es posible que haya personas dependientes con falta de asistencia? ¿Dónde están las grandes inversiones de las empresas en mejorar la vida de las personas a las que venden sus productos y soluciones y, tantas veces decimos en nuestras memorias que es uno de los objetivos? No todo es dinero, ahí recursos más importantes, las personas y sus talentos.
No esperemos a que políticos, de cualquier color, tomen decisiones por nosotros. Simplemente no saben, porque ellos no entienden el LEAN, el AGILE el VUCA o la transformación digital, viven en otra época y toman medidas de otra época.
Pongamos nuestros conocimientos de gestión de personas, nuestro liderazgo al servicio de saltar las dificultades que el momento nos reta, produzcamos mascarillas, respiradores o lo que necesitemos de día, de noche, lo que haga falta y hagámoslo todos juntos, con imaginación y con esfuerzo.
El verdadero liderazgo aparece en estas situaciones, ¿no hay nadie en nuestro país capaz de coger esa responsabilidad? Si la respuesta es no, que parece que puede ser, seamoslo todos y cada uno de nosotros. Volvamos al tópico que se nos suele olvidar, preguntemos cómo podemos ayudar y no consintamos la palabra imposible. Si lo hacemos juntos lo conseguiremos. Yo voy a empezar con mis vecinos.
Transformemos el país, es una oportunidad.
Javier Martín de la Fuente