Y profundizamos más en el humanismo. Dice el profesor Harari (autor del best seller Sapiens) que el hombre moderno (en término de especie no de género) es el que inicia el camino del humanismo, en las postrimerías del siglo XV. Hemos evolucionado social y filosóficamente desde aquellos tiempos. La consideración de que todo avance está basado en la construcción de un buen proceso, un buen razonamiento y una buena aplicación a la realidad buscada, está siendo superada.
Hace ahora más de un cuarto de siglo, otro pensador, como es Daniel Goleman, nos acercó o nos hizo fácil comprender el impacto de las emociones en la consecución de nuevos avances. Entre un momento y otro, han transcurrido casi 500 años. Años en los que el humanismo ha ido fortaleciéndose mediante la integración de los dos motores sociales: la ciencia y la religión. Hoy, el humanismo es una religión basada en fundamentos científicos (aunque a veces no tanto, para eso el ser humano no deja de ser un modelo mental con piernas).
Hago esta introducción, porque pienso que para hablar de bienestar en el mundo del trabajo, hay que contextualizar la reflexión dentro de la corriente de pensamiento actual que es predominante: “sabemos construir herramientas, que son cada vez mejores, más baratas y más eficientes, también sabemos que el uso adecuado de los mismas no depende exclusivamente de los manuales de instrucciones o de enseñar a utilizarlas” Hay “algo” en el ser humano que hasta hace pocos años dejábamos en segundo plano y que ahora empezamos a tangibilizar y dar importancia. Ese algo son los sentimientos, las emociones. Esta segunda parte, es la que a medida que la vamos racionalizando, se está abriendo paso, a la misma velocidad que el mundo se transforma empujado por los avances tecnológicos y científicos.
Dado este contexto me atrevo a decir que para hablar de bienestar laboral hay que tener en cuenta dos aspectos, cada uno de ellos con una importancia vital:
1- Aspectos psicológicos que gobiernan a las personas
2.-Aspectos instrumentales que permiten alternativas de decisión
Unos sin los otros no tienen sentido. Pongo algunos ejemplos muy simples y cotidianos: ¿de qué sirve flexibilizar la jornada laboral si la persona vive su relación con el “jefe” como un infierno?, ¿de qué sirve invertir en guarderías, gimnasios, espacios abiertos de trabajo y otras herramientas, si la persona se siente frustrada, aburrida o hastiada con su trabajo?, ¿de qué sirve hablar de bienestar laboral si el concepto final es trabajo para ganar dinero o pago para que trabajes?
Generar una relación empresa-persona que sea sana psicológicamente, es un objetivo que cada día está mejor descrito, más observado e incluso medido. Hoy sabemos que los contratos legales entre empresa y persona conllevan, inexorablemente un contrato emocional. En este sentido, la primera preocupación, egoísta, de la empresa debería ser la del bienestar emocional de sus personas, de cualquier nivel de responsabilidad. Digo egoísta, desde el punto de vista de que un sano bienestar emocional, facilita las relaciones entre las personas y entre los equipos de trabajo, consiguiendo así modelos organizativos ágiles, flexibles y de alto rendimiento. Lo cual siempre revierte positivamente en la cuenta de resultados
Abordar el concepto bienestar laboral es como abordar el concepto experiencia del empleado, íntimamente relacionado con la experiencia del cliente. Si perseguimos con ahínco que nuestros clientes vivan positivamente nuestros productos y servicios, lo mismo debería ocurrir con el bienestar laboral, que nuestras personas vivan positivamente su relación con la empresa (donde pasan la mayor parte de su vida). La única diferencia entre ambos conceptos es la posición de decisión que toma la persona, el cliente tiene toda su capacidad de elección intacta, mientras que el empleado no, existe una estructura que le limita y esta limitación es la que genera sentimientos y emociones de diferente índole.
La creación de políticas de atracción y fidelización de clientes mediante el marketing y la comunicación se ve potenciada por la acción de relación del cliente con la empresa, cuando esta fracasa, el cliente se frustra. La creación de políticas de bienestar laboral mediante recursos e inversiones se ve potenciada por la acción de relación de la persona con la empresa, en este caso con el resto de las personas de la empresa. Luego, el principio del bienestar laboral se encuentra en la forma en que una persona vive la relación con la empresa. La forma en que cada uno de nosotros vive algo que depende de nuestras emociones.
Junto a DKV organizamos el Jueves 27 de Junio un desayuno-debate sobre “bienestar y salud” en la empresa, si quieres asistir reserva tu plaza ya pinchando aqui.
Javier Martín de la Fuente
CEO Grupo Persona