Después de este recorrido de cinco años, dónde nuestra visión de futuro nos ha permitido arribar a los puertos que nos hemos fijado como objetivo, si miramos hacia atrás podemos contemplar la realización de un trabajo bien hecho. Haber nacido en plena tempestad y, no solo haber aguantado los continuos golpes de mar, sino haber crecido durante este periodo es lo que nos produce una honda satisfacción.
Pero no nos gusta mirar hacia atrás y solo ver la derrota del barco. ¿De qué nos sirve mirar al pasado si no es para aprender de las experiencias vividas?.
En nuestro buque siempre miramos hacia adelante, hacia el horizonte, hacia el futuro, porque allí es dónde están nuestros objetivos y la innovación, allí es dónde vamos a descubrir nuevos mares, nuevos caladeros, nuevas formas de hacer las cosas.
Durante este lustro, los distintos buques con los que hemos navegado han acompañado en sus travesías a la oficialía de importantes naves de diferentes banderas. Los resultados han sido muy satisfactorios, habiendo arribado siempre a los puertos a los que esas naves querían llegar.
El cambio de buque, en los primeros días, siempre supone alguna incomodidad. Hasta que se realiza por completo la estiba, no es fácil encontrar los útiles de trabajo y hasta que el trasbordo de un buque a otro no se ha terminado no puedes ocupar tu camarote con todo lo que necesitas para trabajar en los proyectos de las próximas travesías. Pero el ejemplar comportamiento de la oficialía y la marinería, a las ordenes del Capitán de Mar y de Guerra, D. Jose Manuel Arribas, están haciendo que todo sea mucho más fácil y más ordenado de lo que, inicialmente, pensábamos.
El entusiasmo de toda la tripulación con la botadura del nuevo buque, nos augura un futuro con interesantes travesías y, aunque seguro que nos encontraremos, en más de una ocasión, con mar gruesa e incluso arbolada, el nuevo buque, las experiencias vividas y saber a dónde queremos ir no nos apartarán de nuestra ruta.
Todo lo mejor para la nueva andadura en el buque insignia Principe de Vergara….!!!!
Un entrañable abrazo,
Antonio Méndez