Echo de menos que, a lo largo de mi educación académica me hubieran enseñado qué es eso de la motivación y dónde buscarla, a conocerme mejor a mí mismo, a gestionar mejor mis impulsos, a relacionarme con los demás de una forma más efectiva, a escuchar y a entender a las demás personas por la sencilla razón de que, en la vida que me esperaba después de terminar la carrera, esas son las cosas que realmente te abren o cierran puertas, en definitiva ser más eficaz emocionalmente, o, lo que es lo mismo, a desarrollar mi inteligencia emocional.
Estoy absolutamente convencido de que el factor crítico o diferencial entre tener o no tener éxito en cualquier aspecto de la vida es el de tener o no tener inteligencia emocional y, lamentablemente, es algo que no nos enseñan en ninguna escuela o universidad.
Observa, una vez más, a tu alrededor, observa a tus colegas de trabajo, a tu jefe, a tus amigos, a tus familiares, a quién quieras y dime, ¿qué característica común tienen las personas con las que te sientes más a gusto y con las que más aprendes? ¿Tal vez los que cuentan con expedientes más brillantes? ¿Los que han cursado un postgrado en alguna ilustre universidad extranjera? ¿O son aquellos que cuentan con esa inteligencia emocional de la que hablamos?
¿Y qué es exactamente inteligencia emocional? Según Daniel Goleman, uno de los padres del concepto, es “La capacidad que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás”, así de fácil.
¿Sabes qué ocurre? Que esta sociedad todavía a día de hoy está instalada en el cociente intelectual y es éste el que se valora. Todavía hoy el 80% del tiempo que se invierte en una entrevista de selección a cualquier nivel se limita a chequear el expediente académico y los datos “racionales” que aporta el candidato, el “qué he hecho” VS “cómo lo he hecho”.
Y me pregunto yo; ¿qué mérito tiene alcanzar los objetivos tras una drástica reducción de los gastos de personal? ¿Qué mérito tiene alcanzar los objetivos reduciendo el presupuesto asignado al desarrollo de las personas?
¿De verdad que es necesario pagar un salario de escándalo a un director general cuyo único mérito es “reducir” costes” para alcanzar los objetivos?
¿Por qué no hacen un alarde de creatividad y piensan en cómo incrementar los ingresos de la compañía? ¿Cómo pueden vender más? ¿Cómo pueden conseguir que sus equipos sean una tormenta de creatividad e ideas para relanzar la compañía?
Según los expertos, el cociente intelectual
explica el 25% del éxito de una persona,
¿de qué depende el otro 75%?
sin lugar a dudas, de la inteligencia emocional.”
Existe una palabra en el mundo de los recursos humanos, que acabo de nombrar unas líneas más arriba, de la que quiero hacer una breve reflexión.
Los expertos en estos temas de las personas utilizamos hasta la saciedad la palabra “perfil”. “Necesitamos tal o cuál perfil”, “No reúne el perfil necesario para ser promocionado”, “Hay que revisar el perfil de los mandos intermedios de nuestra compañía”. Etc.
Y me pregunto yo, ¿por qué conformarnos con el perfil? ¿Por qué limitamos una decisión tan importante como la de incorporar a una persona a una empresa o promocionar a una u otra en función solo de su perfil? ¿No sería mejor mirarla de frente para poder decidir mejor viendo todo su rostro?
Opino que, como decía antes, llevamos mucho tiempo valorando el cociente intelectual como requisito fundamental a la hora de tomar decisiones en la empresas con respecto a las personas, ese CI sería lo que se ha venido denominando “perfil” y yo abogo por “girarle la cara” a la gente, mirarle a los ojos y observar si también atesoran esa inteligencia emocional que hemos estado ignorando tanto tiempo. No me cabe duda, y creo que ha quedado clara mi postura, de que las personas de más éxito en la vida, en todos los terrenos, son aquellas que gozan de una mayor inteligencia emocional, aquellas que son capaces de transitar de su perfil a su rostro sin temor a asustar a nadie.
Gracias Curro, estoy en línea contigo. En el mundo occidental hemos sobre valorado la racionalidad y esto nos ha hecho salir de las tinieblas de medievo y llegar a la Luna. Hoy en un proceso de globalización acelerado se nos escapan cientos, miles de líneas de actuación y dificilmente podemos seguir aplicando exclusivamente la racionalidad, necesitamos apoyarnos y desarrollar algo más. Para mi la racionalidad es absolutamente e inequivocamente clave en el desarrollo humano, pero no es suficiente y en ese no es suficiente está la emocionalidad. Tomemos el ejemplo de tantas empresas que invierten cantidades ingentes en formación y, ésta no se traslada al puesto de trabajo o lo hace minimamente; existen dos opciones racionalizar un nuevo proceso (entornos formativos) que tendrá consecuencias similares o adentrarnos en el mundo de las conductas, de la visión que cada uno tiene de los procesos, de la forma de aplicar la formación adquirida, en definitiva no embarcamos en el campo de la Inteligencia Emocional. Es este un campo muy, pero que muy verde y con un impacto enorme en los resultados. Muchas gracias por darme pie a la reflexión.
Curro, a mi tambien me hubiera gustado que en las distintas etapas de estudiante me hubieran enseñado cosas diferentes que luego he aprendido por mi cuenta. La pregunta es: ¿Por qué no se incluye la intelugencia emocional en los distintos programas de estudios?
“Y me pregunto yo, ¿por qué conformarnos con el perfil? ¿Por qué limitamos una decisión tan importante como la de incorporar a una persona a una empresa o promocionar a una u otra en función solo de su perfil? ¿No sería mejor mirarla de frente para poder decidir mejor viendo todo su rostro?”. Qué bueno, Curro, ¡¡Felicidades!!