Formación. La búsqueda del tesoro.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco

truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Poesía de Antonio Machado
“Recuerdo Infantil”

¿Cuántas tardes pardas y frías de invierno has vivido, sentido, esa monotonía de lluvia tras los cristales, esa lección aburrida, ese soniquete de “mi mil veces ciento, cien mil, mil veces mil, un millón.”

Hermosas palabras de un gran poeta que ilustran tristes clases, con tristes alumnos, no menos tristes profesores y muy tristes recuerdos.

Y aborrecimos la formación.

Formar y formarse no es eso. Formación es vida, descubrimiento, curiosidad, compartir experiencias y vivencias. Compartir el talento de formadores y alumnos para hacerlo crecer aún más.

Formar y formarse es vivir el aprendizaje como la gran oportunidad de desarrollo, es vivir el descubrimiento, es salir a la búsqueda del tesoro, trazando mapas conjuntos.

Formar y formarse es divertido, apasionante, enriquecedor.

Formar y formarse es aplicar lo aprendido en la vida, en el trabajo, en los proyectos, y ver sus resultados, poderlos medir, cuantificar. Porque la formación no acaba con la firma en el aula, la salida al pasillo del formador, los comentarios de los alumnos. El secreto de la buena formación está en aplicar lo aprendido al día siguiente, y al otro, y al otro, descubriendo la utilidad de lo aprendido.

Olvida la monotonía de la lluvia y despliega el mapa. Es la ruta para llegar al tesoro oculto del conocimiento.