Fotografié estas cañas y plumas en las riberas del Tajo, en una senda preciosa, que os recomiendo, que invita al paseo sereno y pausado en Villamanrique de Tajo, una localidad pequeñita y preciosa cerca de Aranjuez.
Al editar las fotos vino a mi cabeza la palabra Liviandad. Me gustó esa sensación de dejarse mecer por el viento y exploré su significado.
El diccionario de la R.A.E. define liviandad como
1. f. Cualidad de liviano.
2. f. Acción liviana
Y no nos da muchas pistas, aunque sí algunas sorpresas, si buscamos la palabra “liviano”
(Del lat. vulg. *leviānus, de levis).
1. adj. De poco peso.
2. adj. inconstante (‖ que muda con facilidad de pensamientos).
3. adj. De poca importancia.
4. adj. Dicho de una mujer: Informal y ligera en su relación con los hombres.
5. adj. p. us. Lascivo, incontinente.
6. m. Pulmón, principalmente el de las reses destinadas al consumo. U. m. en pl.
7. m. Burro que va delante y sirve de guía a la recua.
8. f. Canto popular andaluz.
Yo buscaba algo diferente y lo encontré en un texto de Rafael Echeverría en su Ética y Coaching Ontológico : “Los individuos tienden a magnificar el papel que se asignan a sí mismos y generan con ellos culpas exageradas y autorrecriminaciones. En otras palabras, sufrimientos desmedidos. Esto produce en nuestras vidas un marcado “espíritu de gravedad”, pesadez , opacidad. Nietzsche cuestiona muy severamente ese “espíritu de gravedad” y propone sustituirlo por su opuesto, el “espíritu de la liviandad”.
Y añade : “ Ello nos permite tomarnos con mayor inocencia y menos culpa, con mayor aceptación frente a lo que nos pasa y por tanto con menos sufrimiento.
Todo ello habilita una de las disposiciones fuertemente recomendadas por Nietzsche y que éste denomina amor fati o amor al destino. El mundo, nos señala el filósofo, acontece y se desarrolla desde la inocencia, tal como lo vivimos en un primer momento, antes de comer del árbol del bien y del Mal, en el Paraíso. Es preciso volver a apren-der el “espíritu de la liviandad”. Una de las contribuciones que realiza el coaching ontológico es precisamente eso: disolver la gravedad y la autorrecriminación en las que frecuentemente caemos y devolvernos parte de la inocencia perdida”.
Esa era la respuesta que buscaba. Cargamos nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras conversaciones, nuestro trabajo y todo lo que nos rodea de una pesada carga de culpas exageradas, recriminaciones y autorreciminaciones que pesan como losas, impidiendo el aprendizaje y la convivencia con otros y con nosotros mismos.
Liviandad no es inconsistencia, ni frivolidad, ni insustancialidad, ni superficialidad.
Trabajemos con ahínco, tesón y responsabilidad al 100%…pero pongamos unas gotas de amor fati en nuestra vida. No perdamos la inocencia, ni la capacidad de asombrarnos y sorprendernos…flotemos como estas plumas mecidas por el viento…y con toda seguridad, la carga, será mucho menor.