El título de este conocido anuncio de una marca de coches, o el que ilustra la portada del libro Metaplacement “Conduces o te conducen”, nos sirve para hablar de destino, movimiento, acción. También para reivindicar el disfrute en el camino que nos llevará al destino que nos hemos marcado. Si es importante identificar que pretendo alcanzar tanto a nivel personal como profesional, ámbitos que no se pueden abordar de manera independiente, también lo es la forma en la que yo abordo los “riesgo” que voy a asumir. La decisión es mía, tendré que romper con la rutina, mi acomodamiento, mi conformismo… todo eso que me encierra y agarra pero con lo que a su vez me siento protegido. No me siento feliz pero si protegido. Curiosa contradicción, ¿no?
Parece que en muchas ocasiones dejamos que otros, o las circunstancias como nos gusta decir para ocultarnos, decidan nuestro camino y nos conduzcan ya que ello mantiene a salvo nuestra “integridad y auto-estima”. Lo que llamamos y etiquetamos como fracaso, esto es cuando el resultado de lo que pretendemos conseguir se desvía mucho de lo alcanzado, desencadena en muchas ocasiones un cúmulo de emociones para las que no estamos bien preparados y a las no sabemos cómo hacer frente. Para empezar, comenzamos por etiquetar mal lo sucedido, fracaso, y por tanto quién fracasa es un fracasado. Resultado, soy un fracasado, mi auto-estima cae a los niveles más bajos, dejo registrada esa experiencia en base a lo mal que me he sentido y me paralizo. ¿Crees que habrá alguna oportunidad de volver a intentarlo de nuevo? ¿Habré adquirido algún aprendizaje para el futuro? Estoy seguro que sabes la respuesta. Hasta que no eres capaz de percibir e identificar las etiquetas y los pensamientos como creadores de las experiencias, no eres el amo de tu destino. Este controla y limita tu vida.
En todo lo anterior el entorno juega un papel clave. Desde la propia familia, la sociedad y las organizaciones se crean, refuerzan y desarrollan los valores que sustentan o no la asunción de responsabilidades, el aprendizaje y el crecimiento o el miedo, el conformismo, el acomodamiento. Pregúntate cómo trata tu empresa el “fracaso”, el lenguaje que utiliza para describirlo, si las prácticas de liderazgo están centradas en dotar a las personas de habilidades para que puedan aprender como vía para ejercitar su responsabilidad, si reconocen el error como parte del propio proceso de aprendizaje, o si por el contrario prima la desconfianza, si la falta de habilidades y recursos personales se interpreta como incompetencia y a su portador como fracasado. Cuando esto es así las personas se frustran, se anclan en la rutina y la organización ha dado un paso decisivo para anular la iniciativa. Como en el cuento de Jorge Bucay, donde para domesticar a un elefante basta con atar su pata, cuando es pequeño, a un palo y luego al retirarlo el elefante ya no se moverá.
Sólo cuando hay acción, cuando se invita a emprender nuevos viajes, a crear nuevas experiencias en las que encontrar y descubrir , las personas y las organizaciones se apropiarán de su destino.
Efectivamente, Juan Carlos, comparto contigo tu punto de vista y la importancia que tiene en cada uno de nosotros el hecho de ser directores de nuestra propia pelicula ó marionetas de la misma; es decir, que asumamos la decisión de transitar por la vida comoo “victimas” ó como “responsables”… Como todos sabemos, no es lo que nos sucede, sino cómo interpretamos aquello que nos sucede y, al final, la decisión está en nuestra mano. ( Antonio Méndez )